martes, 22 de febrero de 2011

Se busca...

¿Qué se puede esperar de un funcionario público que se burla así de la gente a la que gobierna? ¿En qué cabeza cabe afirmar algo tan ridículo como lo que declaró el Secretario de Hacienda, Ernesto Cordero? ¿Qué lo motivó a hablar así, tan a la ligera, de un tema tan delicado?
Todas son preguntas que seguramente van a quedar en misterios. En unos días todo estará olvidado. En fin, el show continuará.
Mi propuesta sería que con base en las declaraciones de este señor, de forma inmediata se homologara el sueldo de todos los servidores públicos en 6 mil pesos. Desde los que hacen la limpieza en las dependencias de gobierno, hasta policías, maestros, alcaldes, gobernadores, secretarios y el mismísimo presidente.
Cuando eso pase, que vuelva a hablar el señor a ver si sigue opinando igual.
¡Cuidado, Secretario Cordero, la polecía del karma te anda buscando!

miércoles, 16 de febrero de 2011

Las donitas del karma y las heces


De mi paseo por la Condesa aprendí que los habitantes de ahí no recogen los excrementos de sus mascotas y que el karma está en todos lados.
Las heces de los animalitos terminan en los piececitos de los transeúntes, y las donitas saladas del karma terminan en las heces de los transeúntes.

martes, 8 de febrero de 2011

El espectáculo debe continuar...

En una sociedad del culto a la imagen, como en la que vivimos actualmente, es de esperarse que las grandes decisiones se tomen con base en "quién está viendo". En todos los ámbitos de la vida pública, desde la artista que vende una imagen y empeña hasta las joyas de la abuela para no perderla, hasta el político carismático que promete ser la solución de todos los problemas sociales, de lo que se trata aquí es de vender a un personaje.
El término "personaje público" encaja perfectamente con la realidad de estos individuos "públicos" que no tienen derecho a ser auténticos mas que en aquello en lo que su propia opinión concuerde con lo que quieren vender, con la percepción que desean que el público (aquí el público se conforma de cientos, miles, millones de personas comunes y corrientes que desean "comprar" personajes) reciba de ellos.
Para seguir con el símil, cuando la obra representada tiene rating, cuando tiene éxito entre los espectadores, cuando a uno, diez, cien, dos millones de personas comunes y corrientes les agrada aquello que están pagando por ver, entonces se puede hablar de éxito. Nuevamente esto aplica para cualquier situación pública, tanto en mercadotecnia, como en el mundo del espectáculo, en los medios de comunicación, y por supuesto, en la madre de todos los espectáculos modernos, en la política.
¿Qué ocurre si a uno de los personajes, unilateralmente, y por simple capricho, sin causa, sin razón, decide cambiar el script y decir líneas que no le corresponden? Pues muy fácil, se le reprende, se le conmina a que se apegue a lo escrito, se le urge a no alterar la estética de un espectáculo armonioso y exitoso.
Se apela a mil nombres para dar peso a esta reprensión, como "sentido común", "leyes de buena convivencia", "tolerancia", "ética", etc.
El ejemplo más reciente y ya bastante sonado, el "fin de la relación contractual" entre Carmen Aristegui y MVS Radio por una supuesta "falta contra el código de ética" de la empresa por parte de la periodista.
Esto se traduce, en palabras simples, sin la jerga del business show, en "la señora traspasó un límite, se espera de ella esto, porque de la empresa para la que trabaja se espera esto; si ella hace lo otro y no esto, ella está mal, ella infringe nuestro código de ética, ella exhibe una falta de profesionalismo, ella es culpable y debe ser cesada del puesto del cual abusó".
Todas las conclusiones que puedan sacarse de esta tragicomedia representada por políticos, medios, periodistas y demás involucrados están de más. No hay que olvidar que todo es un show. Sólo quedan dos preguntas por hacer, y son dos preguntas que pierden su sentido en medio de tanto sinsentido, que pueden ser otra máscara de los personajes que hemos comprado, que pueden ser preguntas serias o el último de los chistes de la obra: "¿Qué pasaría si en realidad el script nunca fue cambiado, si en realidad todo fue planeado así para dar la ilusión de resistencia?"; y claro, "¿Qué tal si no hay script, y la verdad detrás de todo esto es que simplemente somos estúpidos?"
Los mejores detectives de la polecía del karma ya trabajan en el caso...

viernes, 4 de febrero de 2011

Imagínate despertar y recordar que eres mexicano...

Una vez, hace no mucho tiempo, viajaba en metro en el D.F. cuando no pude evitar escuchar una conversación que dos personas tenían a mi lado (quien haya viajado en metro a hora pico en la Cd. de México entenderá a qué me refiero con "no pude evitar escuchar"). Uno de los tipos se quejaba airadamente de los largos trámites que se vio obligado a realizar para obtener no sé qué permiso, mientras el otro intentaba convecerlo de que la burocracia es un mal necesario si ha de haber un orden en las cosas. Hubo un momento en el que el primero de los sujetos levantó tanto la voz y dio tal énfasis a sus palabras, que casi todos los que estábamos cerca de él volteamos a verlo. Lo que esta persona casi gritaba era "¡Es que en este país no es posible hacer bien las cosas!"
Afortunadamente en ese momento se abrieron las puertas del vagón y ellos salieron abriéndose paso a empujones, patadas y manotazos, y de esa forma ya no tuve que saber en qué se basaba el caballero para hacer tal afirmación. El resto de la gente volvió a perderse en sus pensamientos, o a refugiarse en sus libros, o a platicar con sus acompañantes y el resto del viaje siguió en una absoluta tranquilidad.
¿A qué viene esto? Lo relato porque me parece que asegurar que "en este país no es posible hacer bien las cosas", es una ofensa muy grande contra todos los que somos mexicanos. Es como si alguien se parara frente a ti blandiendo un dedo acusador y te dijera "¡Eres un inútil, bueno para nada! No sólo no haces bien las cosas, ni siquiera existe la posibilidad de que eso ocurra". Pero no sólo eso, ese alguien también agregaría "porque lo llevas en la sangre, porque eres mexicano".
¿Qué denota esa expresión tan común, que muchas veces he escuchado por ahí, pero a la que nunca había puesto atención hasta hoy? ¿Ese tan trillado "en este país...", que sirve para justificarnos algunas veces, para acusar en otras, o para simplemente desahogar nuestra frustación en no pocas ocasiones? ¿Qué es si no un insulto a nuestros padres, a nuestros abuelos, pero también a nosotros mismos?
Nadie en el vagón saltó a defenderse, a defender a su país. Nadie se indignó al punto de devolverle insulto por insulto, diente por diente. A nadie le afectó en lo más mínimo tal afirmación. No sé si porque no comprendieron lo que se decía, o no lo tomaron en serio, o estaban de acuerdo.
El punto es que ahora con el escandalazo que produjeron unos chistes que fueron transmitidos por televisión en Inglaterra, no puedo sino reirme de la reacción que han provocado. ¿Cómo es posible que ahora sí nos sentimos ofendidos? ¿Ahora sí nos indignamos y exigimos una disculpa? ¿Ahora sí respondemos a los 'insultos' con insultos? Cuando es evidente que sólo se trataba de un recurso humorístico para abordar un tema que probablemente resultaría aburrido para un público al que seguramente no le interesa saber que existe un auto deportivo mexicano. "¿Alguna vez han querido un auto deportivo mexicano?" ¿Qué respondería la persona que aseguró tan categóricamente que "en este país no es posible hacer bien las cosas"?
Habrá que reflexionar un poco sobre el concepto que tenemos sobre nosotros mismos y en la posibilidad de que quizá tales afirmaciones hechas en el programa inglés fueron tan desvirtuadas y sacadas de contexto porque en el fondo son las cosas que sí pensamos de nosotros mismos, pero que no nos gusta escuchar en labios ajenos.
La polecía del karma también vigila ahí donde el ojo humano ya no distingue nada...